Genial, dijo, me jubilo, es hora que sea sincero. Cómo será vivir todo el día en una oficina en la que odiás a todos y sólo podés decirlo cuando te jubilás.

Me dice, te la pasás reduciendo a las personas a una palabra que los representa, hacés literatura, dice.

Todos conocemos al de arriba como el jefe, negrero o abusivo, o todo lo contrario, tan bueno que te preguntás qué te está sacando del bolsillo, pero en lo que todos están de acuerdo es en que te hace trabajar sin razón si cree que no rellenás el sueldo que te pagan, aunque no es el que te pone los números, sino los convenios, los de más arriba, que hacen lo mismo con él.

Es la peor especie, porque es la contagiosa, todos queremos llegar a ese puesto, y nos calzamos los apodos como si fueran una sotana, ahora nos casamos con el de arriba, sin apelación.

Después está la secretaria del jefe, también de dos tipos, o las que exhiben atributos o las que exhiben atributos y eficiencia.

Es parte de la razón por la que querés ser jefe, elegir a la secretaria viene con fantasía de curtírtela incluida.

Saben lo que saben, y lo disimulan, no sabrán escribir bien, no van a ser periodistas, pero podrían, se conocen todos los chismes, y esos son los atributos que prevalecen antes que los anatómicos, el hecho de que sabe preguntar, sabe qué hacer y con quien hacerlo, por algo llega a secretaria, parte del currículum es simplemente tener el hábito y el interés por el chisme, no es fácil, se adquiere con una larga práctica en conocer detalles insólitos, el mejor maquillaje, el restaurante adecuado y los gustos de aquellos que van a tener relación con el jefe y le conviene saber.

Son la mano firme detrás de la mano fuerte. La única razón por la que algunas secretarias no están en lugar del jefe es el sexo, en el fondo, tener sexo no es lo que las coloca donde están, pero es lo que las mantiene allí, las mujeres con cerebro no usarían el sexo para llegar.

Sin embargo, no es un puesto menor, es la envidia de todas las mujeres de menor rango en la oficina, incluida la linda, la fácil, las que pasan como suspiros y no se quedan.

Las secretaria, además, administra a otro personaje infaltable, el responsable, el que se toma todo tan en serio que morirá de in infarto antes de conocer a los nietos.

Las secretarias astutas los detectan y lo toman para sí, los colonizan, los envuelven con pedidos especiales, únicos, de confianza, y terminan haciendo horas extras, trabajos que nadie quiere hacer, tomando responsabilidades y sufriendo las consecuencias.

El responsable es el perro faldero de la secretaria astuta y su peldaño para sostenerse en el puesto, el trabajo de la secretaria es la de extorsionarlo y conseguir de él lo que ella presentará como su logro, que mirándolo desde cierto de punto de vista, lo es.

Tu trabajo como empleado es no ser nunca el responsable, te tenés que resistir, no ser infalible, cuerpear en los horarios picos, esconderte en el baño en intempestivos horarios, es decir, tratar de no estar a la vista, porque si te agarran como el responsable, no zafas nunca. Te compras un infarto y la turra nunca será tuya, porque a la secretaria, ya se sabe, el único que la curte es el jefe, si vos trabajas bien –te enrosca la tipa-, podés llegar a jefe.

Después está el que le gana la carrera al responsable, el cretino de la oficina, en el límite de la adulación, está trabajando siempre, pero sin hacer nada en realidad, canchero, serrucha el piso sutilmente, pero no tan evidente como para desbancar al responsable, el cretino sabe que en caso de ser jefe, necesitará al responsable, así que sabe utilizarlo, igual que la secretaria, pero con otro estilo, le estimula la imaginación, le dice cosas como: la tenés muerta.

Lo hace sentir un demonio, un tapado; total, que sabe que el responsable nunca traspasará esa puerta, pero le permite tenerlo de aliado, el día que le termine de serruchar el piso al actual jefe, sabe a quién tendrá de aliado.

El cretino, además, es un ganador, simpático, sabe cómo hacer sonreir a la secretaria y a la vez histeriquearle, hacerle sentir que ella es la mujer, pero hacerse el “yo soy poca cosa”, mientras deja a la secretaria relamiéndose como un gato.

Contra el cretino no se puede, si no sos otro cretino, más bien te retirás de la carrera.

Hay muchos otros personajes típico, pero el peor de todos, de lejos el más odiado, es una especie nueva que vino a invadir las oficinas y contra el que todos nos la agarramos, el informático.

El informático vive en otro planeta, en ese planeta, tiene todas las secretarias, no tiene jefe, no tiene la menor relación, ni con el cretino,  ni con el responsable, el informático parece no necesitar a nadie más, es autónomo, no cumple horarios, nadie sabe cuánto gana, ni qué hace realmente, pero sospechamos de todo, debe conocer nuestras intimidades, ya que puede espiar todo de nuestras computadoras, de los servidores, de lo que sea que hagamos.

Y como todos en el fondo, somos un mecanismo aceitado, tenemos un rol, la secretaria, el responsable, el cretino, el empleado, el informático no funciona con roles, no hay dónde encajarlo, hasta el jefe lo odia y le teme a la vez.

Los informáticos no tiene entidad en una oficina, podrían no estar, que nos da lo mismo, salvo por esa incómoda sospecha que no lo vemos, pero él si nos ve, nos desnuda, no inquieta, es la peor especie, encima, se multiplican, porque son como los evangelistas, el camino de la era digital es el de la iluminación, el del futuro, y nos meten en la era de los dispositivos que nunca habíamos necesitado como si fueran la droga del futuro.

Como sea, el jubilado, lo que agradece, es que ahora no tiene que preocuparse por el peor de los especímenes de la oficina, que no es el jefe, sino el informático.